jueves, 21 de junio de 2018

Cuentos blasfemos (IV)



­Top secret


Desde el año 2050, denominado año D, en que sucedió la Tercera Guerra Mundial, los sobrevivientes constituyeron un solo país en el mundo que abarcó la totalidad de los cinco continentes. Se prohibió la práctica de toda religión o credo, con fuertes castigos a quienes violaran esta ley mundial. Sin embargo, surgieron grupos clandestinos que defendían y propagaban algunas de las religiones existentes antes del año D.

Misión: Descubrir el líder del complot cristiano —Misión encomendada por P—

Espía: Agente especial 009 del Servicio de Inteligencia Mundial

Fecha: 21/2/2068

Informe:
El agente Abel Bond, reconocido mundialmente como 009, a partir de la información ultrasecreta suministrada por P, ubica a los dos sospechosos en la zona de comidas del viejo Centro Comercial San Nicolás, Rionegro, antiguo Departamento de Antioquia, antigua República de Colombia, Sudamérica, ayer a las 1.030. Se sienta en una mesa cerca a ellos:
Dos varones, uno más joven que el otro, ninguno mayor de treinta y cinco años; sentados en sendas sillas plásticas de color blanco uno frente al otro, con una mesa rectangular de por medio, con dos pares de sillas en cada lado. Ambos toman café en vasitos de papel encerado y comen un pastelito cada uno. El hombre mayor, cuya característica sobresaliente es una cabeza recién afeitada o tusada como recluta en calabozo, y cuidadosamente rasurado, luce un enorme, pero no muy fino, reloj de correa negra; viste buzo negro con rombos blancos y bluyín o pantalón vaquero (como escriben los traductores más refinados) desteñido; calza tenis negros. En conjunto, una ortodoxa combinación para alguien que quiere pasar como sobrio y de buen gusto. El hombre menor, quien no supera los treinta años de edad, tiene el cabello corto recién peluqueado con máquina de barbería; con sencilla camiseta verde limón sin cuello, exhibe por fuera de esta una cadenita con crucifijo dorado (evidencia de que el sospechoso practica la antigua religión cristiana), lleva bluyín oscuro; calza tenis de color azul con adornos anaranjados y cordones negros metódicamente atados; no tan pulcramente afeitado como su compañero, se le nota barba de un día.
Ambos de piel trigueña clara y de estatura mediana, casi pareja, un par de centímetros más alto el sujeto mayor.  Colombianos sin duda por su acento, probablemente antioqueños. La conversación, que solo un oído entrenado como el del agente 009 puede escuchar, gira sobre un grupo eclesiástico católico, siendo el mayor quien expone con claro dominio, mientras el menor escucha con atención e interpela poco. Luego de casi una hora de conversación, se paran y se van caminando juntos por el pasillo izquierdo que lleva a los almacenes del segundo piso.
El agente Abel Bond, reconocido mundialmente como 009, sigue al par de sujetos confiado en que lo lleven hasta la guarida donde podrá identificar a los demás insurgentes.
Los suspicaces tipos, que miran por doquier, no descubren que los sigue el entrenado agente 009. Salen del viejo Centro Comercial, cruzan la calle y, acelerando el paso, caminan en dirección al recientemente reconstruido Puente de la Calle de la Madera. Al pasar el puente, giran a su izquierda y se entremezclan con el gentío que transita entre los toldos del bazar de la Calle de la Madera. Pese a la muchedumbre, no logran evadir al veterano agente Abel Bond, reconocido mundialmente como 009.
Finalmente ingresan a una vetusta carpintería. El agente 009, haciendo gala del antiguo truco de simular ser un cliente, atraviesa la verja de hierro y entra al establecimiento. Sorpresivamente, unos ágiles sujetos que no alcanza a distinguir por la velocidad del ataque, le ponen una capucha y lo sujetan con fuerza de los brazos. Deben ser como una docena de hombres porque si fueran menos, el superentrenado agente Abel Bond, reconocido mundialmente como 009, los derrotaría en combate cuerpo a cuerpo. Pero 009 utiliza otro antiguo truco: se somete sin ofrecer resistencia, con el fin de descubrir a todos los insurgentes y su base de operaciones.
Lo conducen por entre pasillos. Como no puede ver nada por la capucha, afina su entrenado olfato, percibe un fuerte olor a madera. De repente, le quitan la capucha y descubre frente a él a los dos sospechosos que seguía con gran sigilo, a P y a la señorita Moni Pi (ex agente 008), recientemente jubilada. Los cuatro le muestran un ponqué envinado con una velita encendida, en forma de número 104, y le gritan al unísono: —¡Sorpresa!
El agente Abel Bond, reconocido mundialmente como 009, se jubila ese día del Servicio de Inteligencia Mundial al cumplir la edad estipulada en la nueva ley de pensiones.
Se da por finalizada la misión a las 1.145

Recomendaciones:
Primera: en futuras misiones, el espía debe evitar ubicarse a menos de cinco metros de distancia del objetivo y no mirar muy persistentemente a ninguno de los  sujetos o sospechosos, pues puede ser descubierto (que no fue el caso de 009) o malinterpretada su mirada (sin comentarios).
Segunda: no olvidar cargar un lapicero (que no fue el caso de 009) y una libreta de apuntes (que sí fue el caso de 009, viéndose obligado a escribir sobre una factura tipo tirilla de supermercado). Tampoco olvidar las gafas (pequeño inconveniente que superó 009, pidiendolas prestadas a una anciana de la mesa contigua).
Tercera: no olvidar cuándo es el día del cumpleaños 104. 

Firma: 
Agente especial Abel Bondreconocido mundialmente como 009, jubilado... forzosamente.


Cuento escrito por Abel Carvajal (2018) para el Taller de Escritura dirigido por Patricia Escobar B., El Retiro, Antioquia, Colombia.   cpatricia.escobar@gmail.com

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